domingo, 4 de mayo de 2008

El Tango en Numen: un entramado de mitos

Por: Leandro Doñate



Si alguien pregunta en una reunión, por ejemplo, qué es el tango, nadie dudaría en responder que es la música de mayor proyección universal y que, a su vez, más identifica a su gente.

Sin embargo, esa respuesta quizá no sea del todo correcta. Es decir: seguramente esa frase tiene más que ver con lo que el tango representa, que con lo que el tango es.

El tango está inmerso en una gran cantidad de mitos que, quizás, sean los que hayan colaborado para que sea tan popular. No es la intención aquí desmitificar esas creencias,sino conocer un poco más acerca de nuestra canción urbana.

Si queremos hallar los comienzos del tango como forma musical, sin duda vemos rasgos parecidos en la habanera (danza cubana en dos tiempos, de un tempo tranquilo), y en el candombe (ritmo rápido, pero también de dos tempos). Si en el motivo básico de la habanera se marcan todas las corcheas, obtenemos un ritmo cuaternario más rápido que la habanera pero no tanto como el candombe. Eso nos daría a conocer el origen del tango. Sin embargo, no se puede asegurar que su comienzo sea así.

Por otro lado, la palabra “tango” también sufre controversias. Al parecer, según Vicente Rossi, “tangos se llamaban los tamboriles o tantanes de los negros, después el mismo término (a veces se alude a esta palabra como “tambo”) se utilizó para denominar los bailes de los negros. Por eso, cuando pedían permiso para reunirse a candombear, decían: a tocá t angó”. Otros dicen, por ejemplo, que la palabra tango derivaría de tangir, que en español antiguo equivale a tañer, a “tocar un instrumento”. Y así podríamos añadir varias teorías más.

Otro de los mitos más instalados es, sin dudas, el de identificar al tango con la frase “dos por cuatro”, que es un evidente error cultural que acompañará al tango para siempre, como tantos autores han explicado o han querido explicar. En todo caso, esta expresión correspondería a la milonga porteña o al candombe, pero definitivamente no al tango.

Corrobora esta afirmación, por ejemplo, el tango “La Cumparsita” (1914), que consolida los cuatro tiempos que darán inicio a la larga historia del 4x8 y al actual 4x4. “El Choclo” (1905) es otro claro ejemplo del 4x4.

Además de los anteriores, hay otras leyendas o mitos que no hacen al origen o a la forma, sino al entorno en que ésta música se desarrollaba. Por ejemplo, se dice que era una danza prostibularia, cosa de negros, ritual erótico y clandestino; pero en realidad descubrimos que, más bien, eran piezas de salón, provenientes de la cultura dominante en las colonias, aunque con características propias.

Todos estos mitos que hacen del tango lo que es, lo acompañarán por siempre en toda su magnitud. Pero dejando de lado todos los intentos de encontrar datos precisos, lo más importante es que el tango -como otras manifestaciones populares- resalta determinados aspectos del alma popular de Buenos Aires. Y más allá de cualquier creencia que se le adjudique -en forma justificada o no-, constituye un patrimonio de valor inestimable que determina el ser o no ser de una población y le otorga una asegurada y definida personalidad.

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