Punta Alta, enero, 2008
por Héctor Correa
La reconocida y muy usada imagen de la casa sin puertas, creada por Alberdi, es perfectamente aplicable a Cnel. Rosales. No es difícil de explicar. Muchos habrán sentido en carne propia las dificultades y los peligros que implica. La falta de comunicación, la escasa o nula respuesta, no encontrarle salida a determinadas situaciones, golpear en vano, incluso hasta la falta de solidaridad. Es una sensación de aislamiento, de soledad, y por qué no de vacío y desprotección ante la adversidad. Como que el mundo termina ahí, y después la oscuridad.
El perfil de distrito sin puertas ni ventanas, o sea sin vías de comunicación hacia afuera, hacia otros distritos, o desde los principales centros económicos provinciales y del país hacia el distrito, o interrelacionados entre sí, sin caminos y rutas ágiles, de acceso y salida fáciles y rápidas, -pensemos en nuestro puerto comercial aún desactivado-, o sin un ferrocarril capaz de conectarnos estratégicamente con el resto de las regiones de importancia económica, es meternos en una larga historia. Pero pensemos hacia delante.
¿Cuáles deberán ser entonces los ejes por los cuales deberá pasar nuestra lucha de aquí en más, y cuáles los escollos que deben vencer aquellos emprendimientos que quieran aprovechar nuestros recursos y riquezas?
No creemos que alcance con embellecer la ciudad, u ordenar el estacionamiento en diez cuadras a la redonda del centro de Punta Alta, para que los vecinos paguen, o arreglar varias arterias y bocacalles, para situar nuestro Distrito definitivamente como parte del crecimiento regional, junto con los demás de la 6º Sección Electoral.
Tendremos que pensar en algo más importante, por supuesto, después de desmenuzar la anatomía del Distrito para saber con qué contamos y hasta dónde estamos dispuestos a dar.
Es claro que el perfil geopolítico regional conformado por tres polos, uno con un aparente futuro signado por el desmantelamiento del estado nacional, producto de reglas de juego que nada tienen que ver con lo regional, y los otros dos, en clara competencia desigual (puertos y zona franca) por liderar los ejes del desarrollo y la preponderancia marítima, sin antecedentes histórico-sociales que fundamenten tal aspiración, excepto haber sido soporte de actividades portuarias colaterales en algún momento dado de nuestra vida económica, hace que tengamos que analizar detenidamente si los poderes provincial y nacional están dispuestos a aceptar el rol al que los rosaleños aspiramos, quizá base y fundamento de nuestro futuro como comunidad.
Esta breve descripción de la situación geopolítica que todos conocen, requiere sin duda de la puesta en escena de un sinnúmero de factores geográficos, políticos, económicos, sociales y culturales, que será prácticamente imposible de encarar aquí. Sólo abordaremos o enunciaremos algunos de explícita importancia estratégica que hoy en día constituyen barreras a sortear para la dirigencia política de nuestro terruño. Siempre y cuando exista una clara y férrea voluntad para llevar a cabo semejante faena en pos del bienestar de la población.
Existen dos aspectos rotundos, casi obvios, a tener en cuenta. Primero, la geografía, nuestra geografía, la ubicación y las características geográficas del lugar que habitamos. Segundo, la política, los rasgos políticos y las formas de hacer política que emanan de la geografía y sus atributos o peculiaridades que se desprenden de ella. Sobre esto, la experiencia, y la observación han dado señales bien evidentes que nos llevan a rever nuestra historia, cómo consideramos nuestra tierra y qué políticas nos dimos en su momento en las diversas etapas por las que pasó el distrito. Cabe entonces la siguiente pregunta: ¿Se analizó, con la debida profundidad, el perfil geográfico regional y local, como para poder fundamentar aspiraciones de la envergadura a que aspiramos, capaz de poner en duda el peso político-económico del Distrito vecino?
Hay algo importante a considerar bajo esta perspectiva. En la actualidad, en el estado actual de las relaciones e interrelaciones socio-políticas y económicas con nuestros vecinos, existe una paradoja. Por un lado gozamos por compartir mega proyectos de temible proyección futura. Por el otro padecemos de una asimetría política, estratégica y social, que hace que actuemos defensivamente, y como consecuencia, no sepamos ni medir, ni tomar medidas para hacer valer ciertos derechos inmanentes, inherentes a nuestra condición de socios. Aquí, aclaremos algo, la condición de socio quizá no provenga tanto de una mera relación comercial y económica, como de una historia, la vecindad y el haber compartido en algún momento destinos comunes. No nos olvidemos, el mayor polo regional ejerció y ejerce una gravitación que va más allá de lo físico-geográfico, y se adentra en lo cultural, social y emocional. Muchos hijos de esta tierra han bebido de la cultura y educación de nuestro hermano mayor, se han hecho profesionalmente, culturalmente y hasta deportivamente. Sin olvidar que durante muchísimo tiempo, y hasta podemos decir hoy también, nacieron y nacen en sus centros sanitarios. Y mucho más. Ahora, hoy, disputamos espacios donde sabemos que no contamos con recursos ni humanos ni políticos adecuados como para llevar a buen término tales disputas. Esto nos lleva al fracaso y a la frustración. Tenemos claras pruebas recientes en ese aspecto. Por supuesto, se requiere, para subsanar o equilibrar ciertas asimetrías, de claras y bien fundadas políticas que sin duda trascienden el voluntarismo localista y las frases altisonantes que no conducen a nada.
Hasta ahora no desmenuzamos ni describimos con detalles la tierra que habitamos, ni señalamos los km2 de nuestro Distrito al menos, para hacer pie en la extraña y peculiar localización que detentamos y que configura el rasgo más peculiar a descifrar. Pero ya tenemos algo, y creo que es más que suficiente para empezar a escudriñar, muy pocos lo podrán negar.
En el reciente trabajo (publicado en el 2000) realizado por un grupo de investigación coordinado por las licenciadas Margarita Bróndolo y Sandra Bazán sobre La Geografía de Punta Alta y Partido de Coronel Rosales, tal el título, donde se analiza “el espacio geográfico, potencialidades y restricciones”, ubica y describe nuestra tierra con claridad, y logra constituirse en un obligado manual de consulta para tener a mano a la hora de conocer los rasgos geográficos, aspectos socio-económicos, y las características institucionales que hicieron de Cnel. Rosales un Distrito peculiar, digno de, no sólo de geógrafos, sino también de antropólogos, sociólogos, especialistas en psicología social, y economistas con intenciones de clarificar, dilucidar y desentrañar los atributos y cualidades de una población surgida, no de las entrañas de los pueblos originarios precisamente, pero sí del aporte de países europeos (italianos y españoles) dentro de las distintas oleadas inmigratorias que tuvo nuestro país a través de su historia. Con respecto a la migración provinciana o del interior profundo, cabe resaltar la acción del estado nacional, el asentamiento militar naval y sus aportes logísticos, para la creación o generación de una estructura poblacional dinámica, inestable, muchas veces fugaz y perecedera, constituyéndose en una particularidad cultural que muchos vieron y otros olvidaron al crear o asumir políticas de consolidación y crecimiento sostenido. Este estudio, asumido con una intención claramente didáctica, informativa y formativa, demuestra que hubo y hay, al menos en grupos aislados y un tanto marginales de la acción política y educativa, profesionales con objetivos de aportar conocimiento sobre lo nuestro desde ángulos que muy pocas veces son tomados en cuenta para la toma de decisiones o la instrumentación de proyectos alternativos a lo ya conocido. Es que el análisis de semejante estructura geopolítica, donde confluyen intereses asentados en concepciones estratégicas perimidas o descontextualizadas, si nos atenemos a lo que se observa a nivel planetario, con sus conflictos y desplazamientos económicos a veces no tan previsibles, es una tarea ciclópea con los recursos y medios con que contamos en nuestra patria chica. Sin embargo constituye todo un hallazgo que podamos adentrar nuestro ojo un poco más en nuestras costas y médanos milenarios, aunque sea como curiosidad e intención informativa desgraciadamente.
Pero tenemos otro vecino, si así podemos llamarlo, dado su carácter jurídico-estratégico y su dependencia extra regional, su particular condición social, y su historia, más sujeta a los avatares del estado nacional que a lo regional y local. Esta peculiaridad le ha dado privilegios y un perfil de escaso compromiso socio-cultural, pero, paradójicamente, de gran peso específico a la hora de las decisiones que atañen a los destinos de los habitantes y vecinos de este terruño.
La lucha en sólo estos dos terrenos no es fácil. El primer paso es político. Significa reunir individualidades, grupos de vecinos, ONGs, partidos políticos, instituciones en general, detrás del objetivo enunciado. El 2do. hace al agrado de conciencia de la comunidad sobre la real situación actual, la actitud de nuestros dirigentes, y la organización que como consecuencia se pueda llegar a alcanzar.
Se han enumerado muchos mega emprendimientos locales y regionales en estos últimos 20 años, como únicos caminos viables para superar la crisis y el estancamiento. Pero ninguno tuvo la más mínima idea de cómo lograr el difícil inicio; lo que significa que nadie tuvo la más mínima idea de cómo crear las condiciones mínimas necesarias para vehiculizar o hacer plausibles dichos emprendimientos.
La magia y el voluntarismo de los dirigentes quizás sean las dos conductas más nefastas para una comunidad que quiere despegar. Nadie ha alcanzado jamás ningún resultado positivo, menos en el orden económico, por haber sólo enunciado o por haber puesto las mejores intenciones a la hora de las decisiones.
La disposición, la energía, la claridad en los objetivos, y por sobre todo la certeza y oportunidad en las primeras medidas fundamentales, son y serán las claves para el éxito. Saber cuál es lo primero, no desperdigar energías en vano, saber medir los objetivos y nuestras fuerzas, es la principal tarea del dirigente, en cualquier orden.
La comunidad, nuestros vecinos, esperan eso de nosotros, no otra cosa inalcanzable e irrealizable.
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